Parece que el gobierno del Estado Plurinacional se ufana, hace alarde, de haber engañado a la oposición en el comprometedor tema de la re-reelección de S.E. Creemos que no es nada constructivo ni contribuye a la democracia hacer jactancia de una burla – cierta o no – que afectará a esta perpleja institucionalidad que está haciendo aguas por todas partes.
En el fondo, no se trata de haberse mofado de algunos opositores con eso de la muy militar “estrategia envolvente”, para permitirle a S.E. ir a un tercer período presidencial, a todas luces inconstitucional. Aquí de lo que se trata es de burlarse del país, de la gente que confió en la palabra de S.E. y de sus segundones. Una triquiñuela cualquiera se la puede pasar por alto porque la ciudadanía ya está acostumbrada a todas las bellacadas de los gobernantes plurinacionales, pero querer convencer con dengues y perendengues de que S.E. se encamina recién a su segundo período constitucional es mucho más que una memorable bellacada, es una falta de consideración y de respeto con la gente.
Además, es una flagrante burla a la Constitución Política del Estado, parida entre cuarteles, gases y balazos, con una asamblea constituyente que huía de un lugar a otro porque no se sentía segura en ninguna parte. Pero, finalmente, esta es la Constitución del MAS, hecha a su medida, producto del alboroto ignaro de pastores, cocaleros y Bartolinas. Lo que sucede entonces es que los demócratas de nuevo cuño, los socialistas del siglo XXI, están haciéndole trampa a la Carta Magna, lo que ya es mucha dosis. Por menos, hace pocos años, se hubiera barrido al Gobierno más pintado.
Ya lo han dicho los constitucionalistas, los políticos, los medios informativos, los politólogos, ya está en boca del pueblo que la Ley de Leyes permite una sola reelección y esta se produjo el 2009. No convence a nadie – salvo a los adulones que disfrutan del poder – afirmar que el primer mandato no vale porque se ejerció durante la República y ahora transitamos por el Estado Plurinacional. Esa es una superchería más. Es majadero tratar de argumentar que la reelección se daría a partir del 2014. A partir del 2014 se produciría – si se llega a consumar la conspiración – la re-reelección. Es decir que inconstitucionalmente el MAS lanzaría a S.E. por tercera vez a la candidatura presidencial.
Claro que el oficialismo tiene otra posibilidad de postular a su único líder si le fallara la táctica precedente. Esa chance es la de modificar la Carta Magna. Como cuenta con una amplísima mayoría parlamentaria no sería, tal vez, mucho problema acomodar un par de artículos del texto constitucional a los intereses del MAS. Total, sus parlamentarios harían lo que vienen haciendo desde hace siete años: levantar la mano, acullicar y bostezar.
El problema para el MAS – y no es un problema menor – estaría en que la nueva Carta Magna tendría que ser ratificada por un referéndum y ahí sí que no las llevaría todas consigo. El temor a un fracaso en una consulta popular los hace temblar de miedo. Frustrarse en un referéndum significaría archivar, por lo menos durante cinco años a S.E., y muy probablemente perder el poder. Y sabemos cuán difícil es volver a detentar el mando, sobre todo cuando se ha hecho un mal gobierno, cuando se ha mostrado la hilacha.
Enviar a consulta del Tribunal Constitucional los artículos que tienen que ver con la reelección presidencial peca de ocioso. El Gobierno – porque es el Gobierno a través del Senado en este caso – no tiene facultad para pedirle la interpretación del texto al Tribunal. Ni a este ni a ningún otro. El artículo transitorio de la Constitución no deja la menor duda de que no es aceptable la re-reelección. Que los parlamentarios oficialistas traten de hacerse los despistados, los que no ven clara la situación, y busquen una opinión superior, no significa otra cosa que el Gobierno querrá ajustar al extremo, acorralar hasta asfixiar, al Tribunal Constitucional. Sin embargo, el Tribunal conoce sus obligaciones y sabe que, en este caso, no le corresponde opinar, sino recomendar que se lea de nuevo la Constitución, que se la entienda y luego se la aplique.
Parece a todas luces peligroso el juego del MAS y de sus máximos jefes. Está claro que sin S.E. los masistas no valen ni lo que pisan sus zapatos. Y como a S.E. nada le gusta más que gobernar – volar en su avión y en sus helicópteros a cuanta cancha sintética se inaugura en Bolivia – entonces van a coincidir los intereses. S.E. viaja todos los días, por todas partes, y otros se sientan dentro del Palacio para hacer lo que mejor les parece.
Este asunto de la burla a la oposición, del mañoso artificio altoperuano, va a traer muchos comentarios todavía y posiblemente sea parte del desgate en la decadente credibilidad del Gobierno. Los estrategas envolventes se habrán burlado probablemente de algunos incautos, lo que no significa que el pueblo vaya a aceptar el ardid papando moscas.