De la misma forma que lo hizo en el 6 de agosto, con una profunda reflexión sobre el verdadero sentido de la política, la ética de la autoridad y el bien común, nuestra Iglesia local ha vuelto a provocar la meditación ciudadana en un día tan importante como el 24 de septiembre, con un mensaje inspirado en la Doctrina Social Católica, dirigido especialmente hacia el concepto de libertad, un valor que frecuentemente olvidamos, mientras otros se encargan de manipularlo y tergiversarlo.
El responsable de la exhortación ha sido el arzobispo Sergio Gualberti, quien ha señalado la urgente necesidad de educar y trabajar a favor de la libertad, “un don muy frágil que sufre constantes amenazas”.
Justamente cuando se han recordado 204 años del primer grito libertario en Santa Cruz y en momentos en que algunos tratan de encorchetarse con quienes buscan sojuzgar a los habitantes de esta región, Gualberti ha dicho que el “anhelo de libertad, que estuvo presente en los próceres que trabajaron por la independencia, es tan necesario hoy como lo fue en aquel entonces y debe permear las relaciones sociales de nuestro departamento”.
Recordó que la libertad es un derecho inalienable y universal, pero que lamentablemente es constantemente acechado por los que buscan transformarlo “en un apetito de dominio y de poder, afán que desde siempre es la causa de las guerras entre países, y de las confrontaciones entre las personas y grupos”.
“Una mirada a fondo a nuestro país muestra que, en la práctica, no solo algunas personas sienten que van perdiendo libertades, sino que estas se recortan en muchos casos mediante la retardación de justicia, la intimidación y el uso inicuo de la coerción estatal y del aparato judicial, creando un clima de inseguridad personal que provoca el silencio y a veces hasta el abandono de la patria, al no encontrar suficientes garantías de un juicio justo e imparcial dentro de ella”, ha expresado con mucha claridad, el arzobispo.
Mons. Gualberti también se ha referido a las políticas públicas y al trabajo de las autoridades, que deben buscar “efectivas condiciones de vida e igualdad de oportunidades para todos. Las políticas sociales que benefician directamente a las personas, deberían ocupar el primer lugar de los presupuestos municipales y departamentales, hecho que está muy lejos de ser realidad”, remarcó.
Por último, el líder de la Iglesia de Santa Cruz ha reflexionado sobre lo que es un evidente acto de prepotencia y de intento por borrar la cultura local, la fe y las creencias de los cruceños, con rituales ajenos a la realidad de los habitantes. “Nuestra ciudad y departamento tienen a la cruz aquí plantada, esta presencia nos llena de esperanza y nos anima a elevar la mirada hacia ella. Tener a la cruz por bandera significa también implementar relaciones interpersonales e institucionales inspiradas por la misión liberadora y humanizadora de Jesús, buscar la reconciliación valorando lo que nos une y no lo que nos divide. Es también respetar incondicionalmente a la dignidad de cada persona y los derechos humanos, y sembrar esperanza en tantos hermanos sumidos en la miseria material y moral, víctimas, en su mayoría, de la marginación y explotación de un sistema economicista injusto e inhumano”, indicó.
No solo algunas personas sienten que van perdiendo libertades, sino que estas se recortan en muchos casos mediante la retardación de justicia, la intimidación y el uso inicuo de la coerción estatal y del aparato judicial, creando un clima de inseguridad personal que provoca el silencio y a veces hasta el abandono de la patria.