NERVIOS EN CRISIS
El 2016 ha entrado con gran espectacularidad gracias al referendo que busca
allanar el camino de una eventual re re elección del binomio en el poder. El
gran acróbata de las maniobras de 360 grados, dignas de esas películas chinas
de grandes voleas aéreas, es sin ninguna duda el vice presidente Álvaro García.
Evo Morales, aunque con mayores limitaciones oratorias, lanza también sus
dardos a diestra y siniestra en la esperanza de que alguno le dé en la madre a la
estrategia opositora.
Álvaro García, con su aspecto de intelectual hábil con la palabra -sobre
todo la falsa-y el histrionismo aprendido
en su época de vacas flacas, entonces ataviado con existencialista polerita
negra de cuello beatle, saquito café y pusilánime cabellera, luchaba
denodadamente por dar la imagen de chico bueno y bien. Su fama, -luego de su estancia
entre rejas, no por nada-, necesitaba de algún medio masivo y es en PAT, en ese
entonces de Carlos Mesa y socios, donde se arrimó ladinamente con sus libritos
bajo el brazo. No podemos olvidar que el presidente del Senado, -de las ligas
menores-, también fue asalariado de Mesa
Gisbert y asimismo, anda dando golpes
bajos de dudosa efectividad.
Ha corrido mucha agua y esa época ha quedado en el anecdotario del hoy muy
cuidado y amañado vice presidente. Con esa lógica aprendida en el usufructo del
poder casi omnímodo, no tolera la negativa frontal del exitoso vocero de la
demanda marítima, de aceptar la reforma a la constitución en beneficio de solo
dos. La soberbia que lo lleva a desbocarse al calificar a Carlos Mesa como un
"buen comentarista de televisión, pero un político fracasado" lo hace
con la liviandad de quien se dirige a una audiencia que ignora, quién es quién
en este país. Con un agravante. La ira total se desata porque Mesa dijo lo que
para muchos otros , es una verdad de Perogrullo. El vilipendiado Gonzalo
Sánchez de Lozada, con sus luces y sus sombras, plantó las bases de lo que
Morales ha estado cosechando hasta hoy.
Para el resultado anhelado del referendo al que han convertido en plebiscitario
como parte de su liturgia populista, les es imperioso que todos se sumen en absoluta
adhesión. Y aquellos que no están dispuestos a embargar su libertad de
pensamiento, les cae el castigo perpendicular
y certero. Lo que se percibe desde afuera, es esa obsesiva observación de su
propio ombligo. Todo lo que no controlan, no existe. Si bien nunca han tenido
pensamiento autocrítico, su endeble posición
los lleva incluso, a ignorar que los radicales cambios políticos en la región, los
están dejando un tanto descolocados. Y desamparados.
La frenética campaña del binomio, en la que infantilmente pretenden estar
mimetizados en los movimientos sociales o lo que se llamen, pese a los gastos
dispendiosos y las horas-hombre de todos los dependientes del gobierno, les aterroriza que gane el NO más allá de
toda racionalización. Es que ellos sí que tienen mucho que perder. Están
poniendo todas sus fichas al 21 F. Los que se oponen por principio a la
modificación de la CPE, están mucho más tranquilos y relajados por varias
razones. Primero que tratar de alcanzar los niveles de gasto del oficialismo es
pensar en volar. Además innecesario. Pese
a las acusaciones de que el imperio -cuándo no- y los nuevos operadores
políticos del Departamento de Estado como Sánchez Berzaín y otros, están, no
sólo bajando línea de lo que los retardados opositores deben hacer, sino que son
quienes giran un puñado de dólares para hacer poleras y banderitas. Pretenden hacer
creer que a eso se circunscribe el accionar opositor, como si hubieran sido
sometidos a una lobotomía. Los argumentos principistas y el apego a las normas democráticas, no es algo que sea
percibido por el oficialismo, menos sopesado.
Descreen totalmente que el NO es una movida espontánea, libre y no
partidaria. Para su consumo propio, lanzan a la lengua karateka a no dejar
cabeza en su lugar, llámese Defensor del Pueblo, Obispos o periodistas
independientes. Las redes sociales, su peor pesadilla, no sólo son un vehículo
extraordinario de comunicación ciudadana, sino que llena millardos de kilómetros de caracteres con un notable
sentido del humor. Y no hay nada que desborde más a los paranoicos, que sentirse
objeto de punzante sarcasmo adversario.
En todo caso, la ciudadanía tendrá una poderosa ficha para apostar. El
oficialismo no. Para nadie es un secreto que el MAS sin Evo Morales el 2019,
será historia, pese a las fintas de García Linera de ser él el Delfín. La
oposición sabe que en el hipotético caso de llegarse a perder el referendo y se
reforme la CPE, para las elecciones generales en cuatro años, el país sí tendrá
alternativas democráticas y lo oscuro estará para entonces, mucho más
transparentado. Gracias al MAS, la oposición no necesita de exabruptos ni de alocadas
denuncias. El NO se está encarando alejado de dogmas, con libertad, por lo
tanto, con mayor inteligencia. Es comprensible entonces el desbordado nerviosismo
oficialista. Ecuación elemental. Sin permanencia en el poder, nula posibilidad de impunidad.
Karen Arauz
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