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sábado, 5 de enero de 2013

Dante Pino con meditado texto se ocupa de la sentencia final para el régimen que administra Bolivia: Si la Justicia decide, a pesar del peso con la que se pretende aplastarla, sacudirse de la degradación a la que le han llevado, tendremos en exposición todo el entramado que puede construir el hampa del narcotráfico, cuando asume el gobierno de un país."


Mucho antes que la guillotina cercenara la cabeza de Robespierre y 28 de sus seguidores, con las mismas formas que él usó para decapitar a sus enemigos, es decir sin juicio debido y por acusaciones no probadas, el Nazareno le dijo a Pedro, que guarde sus espada, porque el que a hierro mata, a hierro muere. Y esa sentencia se cumple, por caminos, sendas y rutas que nadie puede prever.
Una de las características que tienen los gobiernos montados sobre revueltas sociales, es que nacen con el virus de la anarquía. Al principio quieren cambiarlo todo y no miden esfuerzos para destruir lo que tienen al frente. Es el caso del actual gobierno. Se propuso cambiar, desde el nombre de la Republica, hasta el grito de guerra de las Fuerzas Armadas, la constitución, la elección de jueces y magistrados, el mercado por el Estado, la propiedad privada por la comunitaria y no se cansa de estar buscando que puede cambiar cada día, como si de ello dependiera su razón de ser.
Hay procesos políticos que se generan al calor de revueltas sociales en medio de la violencia, que termina con el orden establecido, se llaman revoluciones, o sea, cambios cuyo sentido histórico tiene la virtud de modificar el comportamiento del Estado porque esa revolución comporta un cambio en el contenido de clase del Estado. En 1952 de desplazó a la oligarquía minero – feudal, por una alianza de clases, entre mineros, obreros, capas medias y campesinos, el nuevo orden consolidó un Estado que terminó con la exclusión social. Lo que ese proceso no pudo es cambiar la estructura económica que al final paso de las manos gerenciales de la oligarquía a la de aquellos burócratas que con el devenir del tiempo se conocen como la “burguesía-burocrática”, son los conductores silenciosos de las políticas económicas que frenaron toda posibilidad de transformar la estructura económica primaria, en aquella secundaria o industrializadora que se ha tratado de alcanzar sin éxito.
Y este fracaso de la revolución de abril, sigue en pie. Bolivia ha pasado por sucesivos gobiernos los que  declararon en cada ocasión que lograrían fortalecer la economía y dejar el pasado primario exportador para avanzar en la economía exportadora de manufacturas.
Desde 1952 han transcurrido 60 años y en este sexenio lejos de dar al menos el primer paso, en ese sentido, hemos retrocedido. El MAS es otro ejemplo del fracaso para transformar nuestra economía dependiente y atrasada.
Seis años de mentiras sin fin de poses revolucionarias que han terminado por mostrar una putrefacción como nunca se tuvo en la historia, y eso que ejemplos no faltan a lo largo de nuestra existencia, nos muestran que lejos estamos de poder consolidar una verdadera liberación económica.
En vez de darnos revolución, nos ha dado involución. Y este retroceder se muestra en los actos violentos de una corrupción que de una forma descarnada toca a todos los actores del supuesto proceso de cambio.
El Estado les ha servido, o parafraseando, se han servido del Estado, como nunca hemos visto que pueda hacerse desde el retorno de la democracia. Han demolido las bases constitucionales del Estado de Derecho para crear otras que pretenden edificar el Estado del cohecho.
Ya no importa mucho como acaba la investigación que se viene haciendo para limpiar la cara del gobierno. Ahora sabemos a qué intereses responde. Si la Justicia decide, a pesar del peso con la que se pretende aplastarla, sacudirse de la degradación a la que le han llevado, tendremos en exposición todo el entramado que puede construir el hampa del narcotráfico, cuando asume el gobierno de un país.
Y entonces se cumplirá la sentencia, el que ha hierro mata a hierro muere.

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