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viernes, 19 de abril de 2013

Hernán Zeballos se refiere al testimonio de Guillermo Bedregal, quién entregó su mastodóntico libro "De Buhos, Políticas y Persecusiones" de casi mil páginas que todos deberíamos leer. Será posible?

El 2011, el personaje cuyo nombre lleva esta nota, tuvo la gentileza de intercambiar un par de libros míos, con su “De Búhos, Políticas y Persecuciones”, relato autobiográfico de 950 páginas en dos volúmenes. El iniciar la lectura de estos dos tomos me intimidó hasta ahora, en que me decidí a revisarlos, por la importancia de un personaje de nuestra Historia, particularmente vinculado con el Movimiento Nacionalista Revolucionario, partido que, evidentemente cambió la conformación del país, iniciando una verdadera transformación económica, política y social, lo cual se pretende desconocer al presente. 

Desde las primeras páginas de esta monumental autobiografía, uno se siente fascinado por la extraordinaria vivencia de un personaje que, gracias al esfuerzo familiar, se educó en los mejores centros universitarios europeos, graduándose siempre con las mayores calificaciones. Desde su juventud se inició en el ejercicio de la vida política, primero con FSB, para luego desde 1951, ser un convencido emenerista, partido gracias al cual ejerció una vida pública muy activa, habiendo sido en dos oportunidades Presidente de la Cámara de Diputados; Presidente y Vicepresidente de la Comisión de Política Internacional y Culto de la H. Cámara de Diputados. Fue Embajador Extraordinario y Plenipotenciario de Bolivia ante el Reino de España en Madrid y ante el Reino Unido en Londres. 

En el MNR fue Secretario General, Secretario Ejecutivo, Subjefe y Jefe Nacional de ese partido. Durante su periodo de exilio enseñó en Universidades de Colombia, Ecuador y Perú. 

Hecho ese breve recuento, lo que interesa para efectos de esta crónica, son las reminiscencias más destacadas de su paso por la Historia boliviana, lo que espero hacer en no más de 4 entregas. 

Comienza esta trayectoria con su reminiscencia de la llamada “Guerra Civil” de agosto y septiembre de 1949. Señala: “la organización del gobierno de Mamerto Urriolagoitia se ensañó con verdadera pasión en destruir todo vestigio político que alentara posiciones nacionales y revolucionarias. El fracaso del movimiento revolucionario en La Paz y algunas vacilaciones políticas de los insurgentes, determinó finalmente la derrota de los nacionalistas y la consolidación temporal del sistema conservador represivo”. 

Decenas de personas se exiliaron en la Argentina y fueron perseguidos allí por el régimen peronista. Pero algunos compatriotas, tozudamente buscaron el retorno clandestino a su país. Resulta dramático el relato de un grupo de bolivianos, entre los que se encontraba el padre de Guillermo, el cual, después de ingresar a Bolivia fue detenido por militares y policías, para dejarlo abandonado en un galpón de Uyuni, con el propósito de que allí muriera. Una mano campesina generosa, por un pequeño resquicio hacia el interior lo alimentó y proveyó de lo esencial. Hasta que después de 4 semanas los carceleros reaparecieron y se quedaron sorprendidos de encontrarse con sobrevivientes. 

La voz sorprendida de un carabinero: “Están vivos mi Teniente, están en aquel rincón oscuro”, demuestra la crueldad de la situación. 

Este hecho relata el rigor de nuestra política, que se repite en los últimos 80 años, para mostrarnos que los “bolivianos somos enemigos de los bolivianos”.
Desde las primeras páginas de esta monumental autobiografía, uno se siente fascinado por la extraordinaria vivencia de un personaje que, gracias al esfuerzo familiar, se educó en los mejores centros universitarios europeos, graduándose siempre con las mayores calificaciones. Desde su juventud se inició en el ejercicio de la vida política, primero con FSB, para luego desde 1951, ser un convencido emenerista, partido gracias al cual ejerció una vida pública muy activa, habiendo sido en dos oportunidades Presidente de la Cámara de Diputados; Presidente y Vicepresidente de la Comisión de Política Internacional y Culto de la H. Cámara de Diputados. Fue Embajador Extraordinario y Plenipotenciario de Bolivia ante el Reino de España en Madrid y ante el Reino Unido en Londres. 

En el MNR fue Secretario General, Secretario Ejecutivo, Subjefe y Jefe Nacional de ese partido. Durante su periodo de exilio enseñó en Universidades de Colombia, Ecuador y Perú. 

Hecho ese breve recuento, lo que interesa para efectos de esta crónica, son las reminiscencias más destacadas de su paso por la Historia boliviana, lo que espero hacer en no más de 4 entregas. 

Comienza esta trayectoria con su reminiscencia de la llamada “Guerra Civil” de agosto y septiembre de 1949. Señala: “la organización del gobierno de Mamerto Urriolagoitia se ensañó con verdadera pasión en destruir todo vestigio político que alentara posiciones nacionales y revolucionarias. El fracaso del movimiento revolucionario en La Paz y algunas vacilaciones políticas de los insurgentes, determinó finalmente la derrota de los nacionalistas y la consolidación temporal del sistema conservador represivo”. 

Decenas de personas se exiliaron en la Argentina y fueron perseguidos allí por el régimen peronista. Pero algunos compatriotas, tozudamente buscaron el retorno clandestino a su país. Resulta dramático el relato de un grupo de bolivianos, entre los que se encontraba el padre de Guillermo, el cual, después de ingresar a Bolivia fue detenido por militares y policías, para dejarlo abandonado en un galpón de Uyuni, con el propósito de que allí muriera. Una mano campesina generosa, por un pequeño resquicio hacia el interior lo alimentó y proveyó de lo esencial. Hasta que después de 4 semanas los carceleros reaparecieron y se quedaron sorprendidos de encontrarse con sobrevivientes. 

La voz sorprendida de un carabinero: “Están vivos mi Teniente, están en aquel rincón oscuro”, demuestra la crueldad de la situación. 

Este hecho relata el rigor de nuestra política, que se repite en los últimos 80 años, para mostrarnos que los “bolivianos somos enemigos de los bolivianos”.

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