Hay circunstancias que no dejan lugar a dudas: hay jugadas que se pueden hacer y otras que no son convenientes cuando se juega al monopolio.
En el legendario juego de mesa, hay zonas exclusivas para conocedores y hay que saber jugar para saber cuándo es momento de presionar al adversario para sacarlo del juego, apropiándose de las mejores negocios y edificando lo suficiente para que cuando caiga por ahí, se vea obligado a entregar sus propiedades como preámbulo a su liquidación total. Dónde comprar, depende por supuesto de la ubicación pero sobre todo, de contar con información privilegiada o ser un avezado y experimentado jugador que sepa cómo hay que hacer para que la táctica, resulte en impecable estrategia.
Si se deja entrever que los narcos colombianos se beneficiaron de la cercanía de las FARC y eso les permitió hacer una asociación provechosa de socorros mutuos por decenas de años, la cercanía del Perú añade un aditamento necesario que no se puede desperdiciar. Los peruanos dedicados a lo ilícito, extrañan sin duda al Perú pre-Fujimori, cuando Sendero Luminoso y el MRTA se repartían los ingresos necesarios a sus causas, que les eran proveídos por el narcotráfico. El Perú con Colombia y Bolivia, son los grandes productores de la materia prima para la cocaína que conlleva además de millonarios aportes, la inseguridad, la criminalidad, la violencia y la aniquilación total del sentido honroso del dinero en cada vez más amplios y dependientes estamentos de la sociedad. Y ello de por sí, desencadena muchas cosas.
El gobierno del MAS acaba de anunciar con la altanería que lo caracteriza cuando carece de razones de peso, que el estudio sobre la coca que la comunidad europea espera con una paciencia superior a la de Job, tiene "algunos errores que se deben corregir" y han postergado nuevamente la develación del gran secreto de la coca como piedra filosofal de este nuevo Estado Plurinacional. Da para sospechar que el tal estudio ha puesto en figurillas al gobierno debido a que los datos que arroja, son imposibles de disfrazar.
Lo sucedido en las últimas horas en Apolo -muy lamentable por la pérdida de vidas- es una tragedia cuyo libreto hace mucho que se estaba escribiendo. Y el que surja el momento ideal para volcar la atención, no es nada despreciable. Pese a sus sólo trescientas hectáreas de cultivos de coca permitidas, es innegable que su proximidad a la frontera peruana representa una articulación ideal para demostraciones de convencimiento que con estudio o sin él, se está luchando contra el narcotráfico. En cine creo se llama golpe efectista. Y como una clara demostración de que se llegará al fondo de la cuestión, se desplazan varios asambleístas a investigar in situ los acontecimientos Vaya casualidad, todos ellos son militantes del MAS lo que según la Presidente de Diputados, es una cuestión de dominio del tema. Claro, el Presidente de las Seis Federaciones conoce muy bien ambos lados del tablero.
Oí en un café, que si la coca ilegal confiscada iba a beneficiar a los movimientos sociales, ¿dónde va a dar la droga incautada? Hace rato que no se ven las enormes y registradas fogatas de incineración, al menos no en la cantidad de lo incautado en tantos exitosos y mediatizados operativos.
Sin pretender entrar en la discusión de cuán fabulosa puede ser la hoja de coca y qué tan rentable es su cultivo, lo de Apolo no puede ser tomado más que como una seria alerta de lo peligroso que es continuar con el discurso de cliché electoralista que proclama que la coca no es cocaína. La yema de huevo tampoco es colesterol. Es muy curioso que el gobierno, para ignorar absolutamente de qué se trataba Apolo en confesión propia del Ministro Romero, haya desplazado no sólo policía sino también ejército -ambas fuerzas desarmadas- directo a las fauces del lobo que significaba la negativa cocalera de someterse a la erradicación. Pero, no es menos curioso que inteligencia sí haya descubierto de inmediato, que existían infiltrados peruanos en el operativo. Y si preguntan el por qué un médico haciendo su año de provincia, vestía uniforme militar en medio de la refriega, las ideas empiezan a deambular autónomas por la mente. Una paradoja más en esta abundante enciclopedia de ellas que se viene escribiendo por ocho años ya.
Como en el monopolio, es claro que la zona más exclusiva es la del trópico cochabambino. Ahí no existe una frontera internacional colindante. Los vecinos más peligrosos, puede que sean solamente los indígenas del Tipnis. El Chapare sin duda, es la joya más preciada de la corona.
Ese pretender que la gran mayoría del pueblo boliviano consume ingentes cantidades de la hoja en su estado natural y que por ello debe ser defendida a sangre y fuego, es el verdadero terreno sembrado de minas que el país heredará de esta administración.
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