¡Venda inmediatamente la cama! fue la orden tácita, lacónica e inapelable que el marido engañado impartió a su mayordomo, luego de enterarse de que su infiel esposa lo traicionaba con el vecino, sobre su propio tálamo nupcial. Asimismo, como una medida precautoria dirigida a evitar que la traición continúe y que el burlado esposo tenga que aparecer astado como un alce.
Este preámbulo que asemeja al de una novela de Corín Tellado nos recuerda al reciente episodio legal, pero antiético según S.E., de un acto de corrupción administrativa cometido en la empresa aérea BoA, donde según denuncia del vocero de Unidad Nacional (UN), Arturo Murillo, el contrato de servicios entre dicha empresa estatal y Air Catering fue por 26 millones de bolivianos y no por 18, como se había denunciado en un principio. Este sablazo a su vez se logró detener eficazmente gracias a la presteza del segundo mandatario del Estado, que instruyó la inmediata rescisión del contrato y la venta de la empresa de catering cuestionada, a otra persona que no sea su cuñada.
Como la dinámica de los escándalos no cesa, ni tiene visos de detenerse, con la misma porfía y pertinacia que ésta se genera, suman y siguen las aclaraciones y justificaciones a dichos jaleos, de forma que uno encubra al otro. Es así que apenas el pueblo se iba convenciendo de la inocuidad del daño causado por la empresa aérea, en el ámbito de un mar proceloso vuelve a aparecer un fraude mucho mayor, consistente en la compra al contado y pago por adelantado de 16 barcazas y dos empujadores, a dos empresas coreanas que no cumplieron con la entrega de las boletas de garantía y subrogaron el contrato a la General Marine Business (GMB), la que a su vez subcontrató al astillero MSR para la construcción de los bienes, y ésta contrató a la empresa china DSSC, que acaba de ganar el juicio de remate por 14 millones más, lo que subiría la estafa contra Bolivia a 45 millones de dólares.
Quien logre entender este intríngulis corrupto empresarial y todavía crea en los asertos del senador devoto de San Roque, Eugenio Rojas, cuando afirma: "No es el Presidente quien maneja la plata. Ha sido un mal manejo de la Enabol. No se han cumplido las normas, los contratos y eso está en proceso” ya puede volver a leer la prodigiosa obra de Baum: “El maravilloso mundo de Oz” y tratar de vivir en él.
Para los profanos, como es el caso presente, se supone que los empujadores son una suerte de lavativa o bitoque destinado a convencernos de que las barcazas surcarán los mares bolivianos, inmediatamente después del fallo de la Hayga, así sea en un mar de corrupción.
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