Pasada la fiebre de la revancha histórica, el Gobierno pareció haber entendido que un país mayoritariamente urbano como Bolivia (70 por ciento del total de la población), no puede ser convocado y sentirse parte de un discurso en el que haya sólo dos ejes, la afirmación de las identidades indígenas y el énfasis andinocéntrico del discurso.
Pero no, sólo pareció. Hay una intención obsesiva en los protagonistas de este proceso político de demoler el pasado republicano al que con una ligereza notable han caracterizado como “neoliberal”. El caballo de batalla para llevar adelante esa estrategia es la “descolonización”. En su estadio más básico el término se asocia con la negación de todo el periodo colonial (1535-1809).
El gobernador de La Paz ha propuesto cambiar el escudo del departamento que no es otra cosa que el escudo de la ciudad de La Paz adaptado como símbolo departamental, como ocurre con varios departamentos. No le gusta el yelmo español en su cúspide. Toda la heráldica republicana (escudos y banderas) tiene un origen europeo-“colonial”. Los símbolos de las parcialidades indígenas no estaban basados en banderas ni escudos, sus referencias de identidad eran de otra naturaleza; cintas, la mascaipacha incaica, tejidos, etc. En consecuencia, si quieren descolonizar los símbolos deben eliminar la heráldica como idea básica de identificación. Pero si la aceptamos, analicemos algunos casos. El escudo de Chuquisaca tiene la corona real, castillos, leones y el símbolo de la cruz de los Reyes Católicos. Su bandera no es otra que la que usaban los tercios españoles, es decir, la bandera de los conquistadores españoles que derrotaron al imperio incaico. El escudo de Potosí es sin duda el mayor símbolo colonial que haya quedado en Bolivia, el escudo imperial que Carlos I de España (V de Alemania) le otorgó a la villa, dándole el privilegio de ser denominada como Villa Imperial de Carlos V, nominación de la que la mayoría de los potosinos se sienten profundamente orgullosos. Un detalle muy interesante, sin embargo, es que el escudo muestra descabezada al águila bicéfala de los Austrias. No es gratuito, ésa es la diferencia entre el escudo colonial y el republicano. La independencia le cortó la cabeza al imperio. El escudo de Santa Cruz tiene la corona real, el castillo y el león, todos de la heráldica europea y tres cruces cristianas a falta de una. El escudo de Tarija hace palidecer al de La Paz, no tiene un yelmo (casco medieval que en realidad los conquistadores no usaron en América), sino un morrión característico de los ejércitos españoles del siglo XVI y una armadura de origen colonial. Podría suponerse que es una armadura de los ejércitos libertadores, pero el morrión es inequívocamente hispánico, penacho incluido.
¿No fue acaso la creación de ciudades uno de los aportes positivos mayores del periodo colonial? ¿No es en base a ese entramado urbano de origen hispánico (incluso en su trazado y organización cuando se superpuso a alguna población indígena preexistente) que se desarrolló la sociedad americana y boliviana, generando un nuevo estilo de vida urbano? ¿Por qué, si esto es así, debiéramos negar o cambiar los escudos que crearon quienes fundaron esos espacios cuya legitimidad histórica está en los millones de habitantes que los poblamos?
Algunos departamentos tienen nombres hispánicos y otros tienen nombres indígenas, tan válidos los unos como los otros. Bolivia nació a la vida independiente con cinco departamentos que eran entidades jurídico-políticas creadas en la Audiencia de Charcas. El 26 de enero de 1826 Sucre llamó departamentos, idénticos en su delimitación geográfica, a los partidos de la Audiencia; Chuquisaca, Potosí, La Paz, Cochabamba y Santa Cruz. ¿Qué hacemos? ¿Recuperamos los linderos prehispánicos?
La organización del Estado, su estructuración política y jurisdiccional es de origen francés. Eurocentrismo puro, tanto como los pilares liberales de nuestro derecho constitucional que permanecen en la CPE de 2009.
Si es verdad que éste es un Estado Plurinacional, debemos reivindicar con el mismo derecho que se reivindican símbolos, tradiciones, lenguas, costumbres y cosmovisiones indígenas, aquellos que tienen un origen hispánico, europeo o universal. Tan legítima es la cruz andina como la cruz cristiana, tan legítimo es un tejido Potolo como el escudo de la ciudad de La Paz, tan legítimo es hablar castellano como hablar guaraní.
No nos engañemos. Estos pedidos aparentemente “menores” de extirpar símbolos se parecen mucho a los intentos de “extirpar idolatrías” de los dominicos y mercedarios en los siglos XVI y XVII. El objetivo inquisitorial en ambos casos es borrar el pasado.
Reivindico nuestro derecho de sentirnos herederos del conjunto ¿Somos o no somos un Estado Plurinacional en el que cabemos todos?
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