El título está inspirado en una vieja película de corte italiano que parodia la vida de los vaqueros (cowboys) en el lejano oeste, que se repite de vez en cuando en la televisión, causando recuerdos del pasado, así como de las personas queridas que ya se fueron.
La famosa reunión del G77 en la que China no fue representada por su Presidente, ya que, según se supo, para poder venir había que haberlo invitado con dos años de anticipación, cosa que seguramente no estaba enterado el Gobierno, de acuerdo a mi percepción, solo utilizó el territorio cruceño para aprobar un documento que fue elaborado en Nueva York, sin mayor repercusión nacional e internacional, ya que se trata de una organización prácticamente obsoleta, además de que el campeonato mundial de fútbol fue objetivamente más importante. Por lo tanto, tuvo algo de bueno, mucho de malo y algo de muy feo. Lo bueno es que la reunión solo duró un par de días y terminó fugazmente para la tranquilidad de los habitantes de Santa Cruz, que en esos días no tuvieron la posibilidad de salir a la calle, ni asistir, por curiosidad, al famoso evento, ya que el tiempo lluvioso y frío hicieron que la mayoría optara por quedarse en casa y, quizás, la mayoría, viendo el campeonato mundial, que era más entretenido que ver a un sinnúmero de personajes de otras latitudes que poco o nada iban a aportar a sus vidas o actividades permanentes. Lo malo es que se dieron muchos hechos que no pueden pasar desapercibidos, especialmente porque los visitantes parece que se llevaron una impresión que no es muy verdadera, como lo expresó el secretario general de las Naciones Unidas Ban Ki-moon cuando expresó, en una entrevista, lo siguiente: “Tenemos que preservar la Amazonia, los bosques, salvar miles de especies y todos los países tienen que aportar, Naciones Unidas no puede sola…. (para concluir) Tenemos que aprender a vivir con sabiduría y en armonía con la naturaleza. Mi admiración por Bolivia, que vive en armonía y en sabiduría con la naturaleza”.
No sé si la oficina de las Naciones Unidas en Bolivia está tan mal informada que le han hecho decir al Secretario General semejante falsedad, que lejos de hacerlo quedar bien muestra un alto grado de desinformación y “llunquerío” (adulación), como está ocurriendo con una gran parte de los organismos internacionales, que divulgan datos y conclusiones que francamente llaman la atención, porque una cosa es quedar bien con el Gobierno y, otra, engañar a la opinión pública que tiene que tener una información válida y objetiva, especialmente de organismos especializados que no están políticamente comprometidos con el país donde trabajan.
Como lo dijo la exprimera ministra noruega en 1987 Gro Harlem Brundtland, en el informe de las Naciones Unidas sobre el tema del medio ambiente y el desarrollo sostenible, denominado “Nuestro Futuro Común”, que uno de los principales retos de la humanidad es superar “la incapacidad de la especie humana para vivir en armonía con el planeta”, donde Bolivia, de acuerdo al Secretario General de la ONU, sería la excepción que confirma la regla, cuando en realidad forma parte intrínseca de ésta y con ventaja, destruyendo precisamente la “madre tierra”, pese al predicamento oficial. Se sigue cultivando la hoja de coca, que depreda el suelo. Se continúa con la explotación de la minería de manera irracional e inconveniente para el desarrollo productivo del sector, especialmente con cientos de miles de los llamados cooperativistas, que en realidad son pequeñas empresas camufladas. Se continúa con la práctica del talado indiscriminado de los bosques, sin reposición adecuada, además de las prácticas de chaqueo, que convierten a Bolivia en un alto de emisor de dióxido de carbono, que hace que esté a la par de los países industrializados que son los principales contaminadores del planeta.
También fue mala la retórica demagógica y superficial que emplearon los 14 únicos presidentes que concurrieron a esta cita, de las 133 delegaciones que forman parte de este organismo, que además vinieron con todos los gastos pagados y viáticos, además del “regalito” de una joya cuyo costo supera los 1.300 dólares, según rumores callejeros. El único que dijo su verdad fue el Presidente del Uruguay, cuya conducta personal lo hace un paladín de la democracia del Siglo XXI. Al margen que puso a esta conferencia en su justa dimensión y alcance, fue un severo crítico del despilfarro que están haciendo los gobiernos, en este período de vacas gordas, condenando al futuro, especialmente de los jóvenes que necesitarán trabajo y un terreno fértil, con un suficiente abono, donde puedan realizar sus sueños, no para ser más ricos, sino para ser los mejores.
Lo feo, sin duda ha sido la presencia del presidente de Zimbabue, Robert Mugabe, que ha ocupado el poder de forma ininterrumpida desde la independencia del país del Reino Unido, en 1980. Este dictador que ha pisoteado los derechos humanos y civiles como ha querido, vino al país para exhortar a los Estados Unidos y a la Unión Europea que le levanten las “sanciones ilegales” y, a la vez, trató de hacernos creer que en julio de 2013 se celebraron una elecciones generales “exitosas” que fueron reconocidas como “libres, creíbles y reflejo de la voluntad del pueblo” que fueron reconocidas por diversas organizaciones africanas e internacionales. Como no podía ser de otra manera, en tanto la hipocresía sea confundida con la diplomacia y la supranacionalidad, solo sirva para dominar a los demás y no para poner orden y respeto a quienes, a nombre de la soberanía nacional, violan los más elementales derechos ciudadanos, que han sido logrados con el esfuerzos de los hombres y mujeres de bien y por las constantes luchas que libra la sociedad, especialmente contra la tiranía y la explotación.
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