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miércoles, 4 de junio de 2014

juicio sereno, equilibrado, y fundamentado en hechos reales, el de OPINION que se manifiesta en relación a los cambios en España a raíz de la abdicación de Juan Carlos I en favor de su hijo Felipe que reinará como Felipe VI.

Soplan vientos de cambio, en un momento en que posiblemente esté marcado por dos situaciones: la revitalización de la monarquía constitucional, o por el contrario, una transición a la democracia sin monarquía.
La abdicación del rey Juan Carlos I de España en su hijo el príncipe Felipe, tras un reinado de 39 años y con el propósito expresado de dar paso a “una nueva esperanza”, cierra un reinado que no solo está inscrito en la historia de la monarquía española y europea, sino que trasciende estos ámbitos porque se ha situado en una realidad política de significación para la democracia en el país ibérico y en el mundo.


El rey Juan Carlos I es el monarca que en la historia de su país y en el periodo de postguerra civil, y durante el gobierno de Francisco Franco, logró revertir lo que parecía la continuación de la dictadura, ingresando con decisión y voluntad a un periodo de democratización y libertades en España. La conducta y las acciones de este Rey español echaron por tierra las primeras dudas sobre la prosecución de la dictadura en su persona a la muerte de Franco, lo que podía haber ocurrido en un ambiente donde el autoritarismo y las posturas del fascismo se mantenían fuertes en el espectro político y social español, pero más primó, terminar con un período de dolor producto de la guerra civil española, del franquismo y de la conculcación de las libertades ciudadanas y políticas y abrir el camino de la democracia.

La monarquía española en este sentido, encarnada, en la persona de Juan Carlos I tiene este gran mérito y más allá de los errores, la corrupción entre algunos miembros de la casa real y escándalos, lo que queda en el balance de la abdicación del Rey de España, es precisamente, su contribución a la recuperación de la democracia y de los derechos políticos y sociales de los españoles, lo que tiene que ver indefectiblemente con la estabilidad económica y los avances en mejores condiciones de vida. Si su participación en la democratización española fue decisiva, lo fue también su tenaz oposición al intento de golpe de Estado encabezado por el teniente coronel Antonio Tejero en 1981 que había tomado el Congreso español.

El Rey que ha abdicado considera que debe pasar a primera línea una generación más joven con nuevas energías, decidida a emprender con determinación. las transformaciones y reformas que la coyuntura actual está demandando en su país.

Mucha gente se pregunta si este es el momento más oportuno ante el surgimiento de nacionalismos y tensiones políticas, sociales y económicas. Y la respuesta parece ser que sí y a ello estaría dirigida la determinación, cuando el rey que abdica, habla sobre transformaciones y reformas. 

Casi en paralelo a la decisión del Rey, miles de españoles se manifestaban pidiendo un referendo para cambiar la constitución política e introducir una reforma para abolir la monarquía. El nuevo rey que asumirá el trono este 16 de junio, Felipe, tendrá que asumir estos momentos donde soplan vientos de cambio, en un momento en que posiblemente esté marcado por dos situaciones: la revitalización de la monarquía constitucional, o por el contrario una transición a la democracia sin monarquía, por la vía del referendo, situaciones complejas, a las que se unen, como se ha dicho, la presión de los nacionalismos que abren cada vez más brechas de independencia como ocurre en el País Vasco y en Cataluña, regiones que no se contentan con la autonomía y que se caracterizan por 

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