Economía de palabras – Humberto Vacaflor Ganam
Los defaults de Argentina suelen anunciar problemas en Bolivia, problemas que no son tan pasajeros.
Cuando Argentina está viviendo un nuevo default, Bolivia sigue viviendo las secuelas de la crisis que había generado el anterior default.
En 2001 fue cuando Fernando de la Rúa renunció a la presidencia argentina y fue sustituido por Adolfo Rodríguez Saa, quien debía declarar el default.
Las mismas causas que habían llevado a ese default argentino trajeron a Bolivia precios insufribles de las materias primas.
El gas natural se vendía en 90 centavos de dólar en 2002 (ahora está en 10 dólares), el estaño estaba en 1,80 (ahora en 10), la plata en 4 (ahora está en 20), el oro se vendía en 271 (ahora 1.400), etcétera.
Aquel ventarrón de precios negativos se llevó a los gobiernos bolivianos de esa época. No eran malos, sólo tenían precios muy bajos. Los gobiernos no tienen la culpa de los bajos precios, ni son malos por ello, así como los gobiernos que tienen buenos precios tampoco tienen mérito ni son buenos, necesariamente, como se puede observar ahora con mucha claridad.
Lo que ocurrió después en Bolivia todavía lo estamos padeciendo.
Para angustia de quienes sufrieron esa época, y fueron barridos por aquella crisis de precios, la rugiente economía china provocaría unos años después un incremento histórico de todas las cotizaciones. El gas subiría diez veces, los metales cinco veces…
Tampoco había entonces una transnacional del narcotráfico tan pujante y todopoderosa como ahora y en el país estaban perseguidas las actividades económicas ilegales.
Argentina salió de aquella crisis ofreciendo pagar 30 centavos por cada dólar que debía. Casi todos los acreedores aceptaron esa propuesta tan poco honorable. Los que no lo hicieron son llamados ahora “fondos buitres”.
Ahora Argentina vive un nuevo default. Los vinos argentinos vuelven a ser baratos, lo que es una buena noticia. Y se viene una devaluación adicional.
Quizá esta vez no se deba esperar sacudones tan grandes en Bolivia, porque este nuevo default argentino no es resultado de una crisis internacional, como el anterior. El actual desastre argentino es efecto de la pésima gestión de la ola peronista actual, de los K.
Pero es inevitable sentir escalofríos cuando los gauchos comienzan a conjugar el verbo “defaultear”.
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