Poseemos algo más que nuestro voto y es nuestra capacidad de castigo social. Si no lo ponemos en práctica siempre serán los de poco valor civil quienes hablen por nosotros
Los bolivianos estamos convencidos de que vivimos en democracia desde hace muchos años. La llamada recuperación de la democracia allá por el año 82 que nos permitió vivir sin golpes de Estado, subsistir en los años de la democracia pactada que nos dejó avances importantes para la consolidación de una forma de convivencia pacífica, instituciones en desarrollo como la Defensoría del Pueblo, la Corte Nacional Electoral, el Tribunal Constitucional, los gobiernos municipales autónomos con territorio, recursos económicos son buenos ejemplos de aquello; pero también son una demostración objetiva que pueden ser nada de nada, cuando el poder aprieta desde diferentes ángulos y nos contentamos con votar.
Estamos convencidos de que nuestra democracia es buena, que ha servido para algo. Lo más grandioso de aquello es que somos grandes demócratas porque votamos, porque nos convencieron que elegimos autoridades. Nuestro derecho al voto es obligatorio, pero no ejercemos una parte cualitativa de la democracia; elegir a nuestros representantes.
Los partidos políticos de ahora y los de antes de este proceso de cambio, no ejercieron democracia interna. Siempre hubo caudillos, jefes, que marcaron el camino y sobre la frase de que escogeremos a los mejores; seleccionaron a los que mejor se adaptaron a la voz de mando de su líder. Y si los operadores de la democracia la negaron en su seno, cómo podrían serlo con los poderes del Estado a su favor. No lo eran ni lo serán en la medida que se coarte la ciudadanía.
Si se eligiera a los mejores las leyes nacerían en donde determina la Constitución, el Legislativo. Si el proyecto es iniciativa del Ejecutivo – también democrático– se discutiría el contenido y los ciudadanos no veríamos unas manos levantadas y unas bocas cerradas en la instancia ya mencionada.
Democracia es construcción de algo colectivo en consenso. Puede darse de varias formas, la representativa, la participativa, la que toma en cuenta a los llamados movimientos sociales; mas si ellas no construyen ciudadanía y los habitantes no la asumen poco o nada podemos esperar de nuestros empleados, los políticos, pues ellos se endiosarán y sólo trabajarán para reproducirse en el poder.
Habrá una degradación democrática cuyo concepto esencial lo veremos en la propaganda oficial, que representará un ideal que sólo está en la mente del caudillo y de su publicista. Construcción pagada con los recursos del sujeto pasivo, usted.
¿Creen que ésta es la democracia que quería Domitila Chungara, la soñada por Luis Espinal, Marcelo Quiroga Santa Cruz? Si la respuesta es no, pues a luchar para que haya democracia en el país partiendo desde la base, en la casa, en el sindicato.
Exijamos a los líderes de nuestros barrios a respetar a los ciudadanos que los pusieron ahí, y censuremos a los que se venden al poder. Poseemos algo más que nuestro voto y es nuestra capacidad de castigo social. Si no lo ponemos en práctica siempre serán los de poco valor civil quienes hablen por nosotros. Cuestionemos y para ello hay que cuestionarse a sí mismo, lo demás es conformismo expresado en un voto.
El autor es periodista.