Días atrás,leía en los Diarios que los comerciantes de la ciudad de La Paz no logran abastecerse de papel higiénico. Quiere decir que vamos por la misma senda del Socialismo Siglo XXI, más peligroso ahora porque está en su fase terminal.
Un socialismo que destruyo a Venezuela; cuya población en este momento se debate en una tremenda crisis de desabastecimiento, de violencia y de criminal represión contra los estudiantes y los ciudadanos que salen a protestar a las calles contra la bancarrota económica del país y la criminalidad desbordada.
Un sistema político que destruyo la libertad y el aparato productivo del país. Un país que exporta diariamente tres millones de barriles de petróleo a los imperialistas gringos y chinos, por lo que recibe cada día trescientos millones de dólares y aun así el pueblo no tiene que comer y tampoco papel higiénico; alguien dirá para que lo necesitan, si no comen.
Contrariamente a lo que afirma el portador de la luz: "nos estamos convirtiendo en potencia", Bolivia sigue siendo un país dependiente, extractivista, pues el gas y los minerales constituyen el ochenta y cinco por ciento de nuestras exportaciones. Y pese a los millonarios ingresos percibidos en estos últimos ocho años, no se ha incentivado ni promovido la actividad productiva sostenible e innovadora y más bien se desalienta la inversión, se estatizan las empresas y se las torna ineficientes y burocráticas.
En Bolivia, por ahora y no por mucho tiempo más, la economía muestra una bonanza aparente debido a los excelentes precios internacionales del gas, los minerales y de la cocaína. Se reseña en la prensa, que entre el 2005 y 2012 el precio del gas natural, principal exportación nacional subió de 0,97 a 12,15 dólares, el millón de BTU; la onza troy de oro que valía 271 llegó a 1.660 dólares el año 2012; entre esos años, la libra fina de estaño pasó de 1,84 a 11,79 dólares.
Como consecuencia, en el año 2013 las exportaciones bolivianas registraron un récord histórico de 12.042 millones de dólares. Vendemos siete mil millones de dólares anuales de gas, 2.000 millones de minerales y el narcotráfico contribuye a su vez con cuatro mil millones de dólares.
Por lo anterior y por la plata que circula en las calles, mucha gente piensa que estamos en el mejor de los mundos y con una economía blindada contra la crisis; pero como podemos observar, el cacareado éxito económico no tiene nada que ver con la nacionalización, con el proceso de cambio o la gestión gubernamental, sino exclusivamente con el alza de precios de las materias primas, precios nunca antes vistos. En consecuencia la crisis se presentará cuando los precios de nuestras exportaciones bajen y lamentablemente en ese momento, la cocaína pasará a ser la fuente principal de dólares y la causa de una escalada de violencia y muerte.
Actualmente, en la época de bonaza del Estado Plurinacional, el setenta por ciento de la población vive en la informalidad, bajo una economía ilícita y cocalera, buscando subsistir penosamente con actividades mercantiles precarias, pero en el ámbito de la política gubernamental, que castiga a las empresas productivas y a la economía formal.
La economía informal se financia mayoritariamente con dólares del narcotráfico, que se compran en las calles y quitan presión sobre los dólares del Banco Central. Son dólares que se reciclan en la economía ilícita, contrabando, comercio y en parte se blanquean en la construcción inmobiliaria, que deja apartamentos vacíos pues no hay capacidad de gasto de la gente para adquirir esa oferta creciente.
Esta oferta de dólares que entra clandestinamente al país, hace la diferencia con Venezuela y Argentina, que tienen problemas de libre disponibilidad de dólares para las necesidades de la población en sus transacciones diarias, como importaciones, ahorro, viajes, etc.
Los cuantiosos recursos por gas y minerales, recursos no renovables, que recibe el país, son mal manejados por el gobierno del MAS en gigantismo burocrático, subsidios políticos e inversiones irresponsables y con exorbitantes sobreprecios. Una planta de urea y una fábrica de papel en el Chapare, lejos de los mercados; canchas de futbol y coliseos capaces de albergar diez veces la población donde se los construye; aviones, helicópteros, autos caros y lujosos para la jerarquía, también palacios y el Museo de Orinoca, monumento narcisista al Ego (*).
Lo más grave es que día a día estamos cayendo en la anomia, se ha perdido la confianza en el Estado, en las políticas públicas, no se respetan las instituciones, no se cree en las leyes, en la justicia y solo los sectores y gremios que viven de la economía informal y el narcotráfico se encuentran en su ambiente. Y lo preocupante para el Estado de Derecho y la democracia es que el pueblo se está acostumbrando al desorden gubernamental y ven ya como normal, la corrupción, violencia, deterioro de los servicios públicos y lo más grave es, ques e ha institucionalizado el miedo.
Bajo estas circunstancias, las propuestas de inversión responsable, de trabajo tesonero, de ahorro para las épocas de vacas flacas, son desechadas por la ilusión de vivir del Estado y de los dineros provenientes del auge de las materias primas, así como de la cocaína y el contrabando.
Sin embargo ya se avizora un nuevo ciclo de vacas flacas y ahí es donde el modelo populista fracasa y se hace más violento. Es cuando surge la necesidad de liderazgos responsables que impulsen el progreso, la justicia y la libertad en el país, con trabajo productivo e innovación como fuente de riqueza. Para ello harán falta las ideas, la doctrina y los planteamientos dela democracia liberal.
(*) Absalón erigió también un monumento para sí mismo (2 Samuel 18:18). Terminó su vida colgado (2 Samuel 14, 15 y 18).
ovidioroca.wordpress.com
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sábado, 22 de febrero de 2014
Ovidio Roca reclama un sinceramiento para evitar que las "vacas flacas" nos pillen desprevenidos. "inversión responsable, trabajo tesonero, de ahorro, desechadas por la ilusión de vivir de dineros del auge de materias primas, de la cocaína y el contrabando. avizora un ciclo de vacas flacas donde el modelo populista fracasa y es más violento. Es la necesidad de liderazgos responsables que impulsen el progreso, la justicia y la libertad en el país, con trabajo productivo e innovación como fuente de riqueza. Para ello harán falta las ideas, la doctrina y los planteamientos de la democracia liberal.
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