COLORÍN COLORADO
Se acabó el juego señores, las cartas están echadas para este albur caprichoso que el gobierno ha convertido en
una verdadera ruleta rusa. Evo Morales, con ese protagonismo que lo
caracteriza, quiere ser la pistola, la bala, el verdugo y también la víctima.
Su facilidad para actuar en consonancia con su agresividad y altanería,
denunciando y amenazando para acto seguido cambiar y desplegar su victimización y espíritu mártir,
es una de las razones del por qué de la situación que a estas horas, tiene al
país entero sentado en la punta de una silla. Se ha perdido absolutamente el
objetivo de la consulta. Y toda la credibilidad. Evo Morales y García Linera,
se han disparado sendos tiros en los pies.
Supongamos que esta peculiar idea del referendo que busca su permanencia -otorgándole generosamente el beneficio de la
duda- haya sido convocado por clamor popular, y aunque asombra la mala gana y
el poco interés del binomio, su desespero
de que las cosas salgan como los movimientos sociales quieren, deja al
descubierto que al Presidente le encantan- bajo sus condiciones- las cámaras y los micrófonos aunque solo
insiste en entrega de obras y en las
mismas promesas campañeras que se vienen
soportando a lo largo de una década.
Su idea de democracia parece circunscribirse a esos meros actos
electorales, donde la fanfarria llena de música, estridentes colores y
discursos alabanciosos, lo han acostumbrado a una fiesta de cumpleaños sin fin
que toma con una inmadurez adolescente sin la seriedad y la responsabilidad que
corresponde. Cree poseer la varita mágica de ilimitados recursos económicos y
se cree de verdad, el mejor e irremplazable presidente de la historia. Hace
unas horas, ante planteamientos sobre políticas deseables por el empresariado
privado chuquisaqueño, en por demás reveladora actitud, se retiró airadamente
del salón donde los empresarios le ofrecían un almuerzo. Ese es su problema.
Cero tolerancia a la crítica y una desmesurada soberbia. No soporta nada ni a nadie que lo contradiga.
Escoge vivir una falsa vida de fábula.
Pero hasta en los cuentos infantiles, hay duendes malos y de vez en cuando,
una bruja que derrumba el mundo ideal. Por eso, los que lo rodean, prefieren
evitar ciertas realidades y hacen malabarismos con luces de colores, para que
su ánimo no decaiga, todos participen de la piñata y que siga la fiesta. Es en
esos momentos, cuando es inocultable su desconcierto. Como creer que con los
recursos que emanan de él, sea posible
que sus amigos a quienes invita magnánimamente , hagan por ejemplo, lo del
Fondo Indígena. Cómo es posible que sus cercanos, asalten tan groseramente el
cofre del tesoro. Y llora y patalea y se enoja y se venga. Pero como es muy
dura esa realidad para aceptarla, opta por deshacer a los de afuera, a los que
interrogan, no fiestean y es a esos a quienes no quiere ni oír. Lanza
improperios para que lleguen allá lejos, donde existe un odioso imperio que lo
ignora, pero donde bipolarmente él acude en busca de apoyo e inversiones.
Vive tan encerrado en su gran ego, que está seguro que hasta los
recaudadores de impuestos, lo boicotean para que la responsabilidad de todo,
recaiga sobre él. Lo critican de un viejo amor a quien él ya ni recuerda, -han
sido tantas- sin pensar, que ella usó el romance para demostrar que era la
preferida e hizo uso de sus prerrogativas. Está desesperado y rabioso y así
aturdido aclara oscureciendo, empeorando aun más la situación.
Su escudero tan petulante como él, tiene lo suyo. El estilo solemne
adoptado, hace que se lo vea muy orgulloso de sus logros y se muestra como un buen
hermano y generoso pariente. Uno de los malos descubre que no es el matemático
que se pensaba, pero hay que reconocerle que cálculo si estudió, del otro, pero
cálculo al fin. Y los que han venido mirando con preocupación lo que acontece,
empiezan a pensar que son demasiadas mentiras y esperan que terminen la fiesta y se vayan por donde
vinieron.
Esa es la cuestión. Independientemente del resultado del referendo, los
cuatro años que le puede ser usado de dos maneras diferentes. O se da un baño
de humildad, empieza a enmendar errores y podría ser que parte de la ciudadanía y la historia
se reconcilien con él. Pero, si continúa ignorando la responsabilidad que le
corresponde y sigue culpando a otros, a los de afuera, cobra revancha, se sube
un par de peldaños más, quema sus naves, prescinde de la ley, puede terminar
como varios otros mandatarios que le colmaron la paciencia a la ciudadanía. El país demanda explicaciones, disculpas y
sinceramiento.
Ya no hay muchas más alternativas. Todos los ojos están atentos al evento
del 21. Este cuento está por terminar. El universo de ensoñaciones ha empezado
a ingresar indefectiblemente al mundo real. Y es en ese mundo real, en el país
verdadero, donde hay millones de personas que necesitan verdades. Y están decididas a exigirlas.
Karen Arauz
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