¿Qué sabe el jefe del régimen?
Susana Seleme Antelo
Aunque siempre diga que “no sabe” o que “no conocía”, Evo Morales debiera saber todo lo que sucede en Bolivia. Es una de sus funciones principales, que no cumple por que siempre dice no saber ni conocer nada.
No se trata, en su caso, del filosófico “solo se que no se nada” ni de la metódica duda cartesiana como el mejor camino para llegar a la verdad, libre de todo prejuicio. Decir que no sabe o que no conocía, responde a su impostura política y a su irresponsabilidad como máxima autoridad ejecutiva del país. Concentra, además, todos los poderes de Estado y el poder de los llamados movimientos sociales. De ahí la ausencia de la independencia institucional, amén del carácter centralista-centralizador, autoritario y represor del régimen que preside .
A estas alturas resulta ofensivo que Morales desconozca, no sepa, o no recuerde el artículo 168 de la Constitución Política del Estado que le impide ir en 2019 a una nueva elección. Sería la cuarta: en 2005, 2009, 2014, vía “maniobra envolvente”, el Vice dixit, ya que la Constitución admite una sola reeleción, y esta otra de 2019 en la que está poniendo su mayor empeño. En mi criterio es constitucionalmente inadmisible oírle decir que deja al Congreso de su partido, el MAS, la decisión de su re-re-reelección, como si su partido representara al país total, que es síntesis de múltiples determinaciones, no de un solo partido ni de su pretendido pensamiento único.
Esta realidad amerita afirmar enérgicamente que Evo Morales comete varios delitos: el primero, pretender esa re-re-reelección, violando la Constitución. El segundo, aceptar, permitir o promover que su partido discuta un tema inconstitucional. Y tercero, desconocer el referéndum del 21 de febrero de 2016, cuando la ciudadanía dijo NO a la pretendida modificación de la Constitución Política del Estado para la re-re-reelección del binomio Morales-García Linera. El artículo 168 está refrendado por ese NO. ¡Son demasiadas violaciones al Estado de Derecho y al respeto que merece el voto ciudadano! En ese tenor, la consecución del ‘proceso de cambio’ a imagen y semejanza del Socialismo del siglo XXI de Hugo Chávez (+) pretendía crear súbditos en vez de ciudadanos. No lo ha logrado, pero era y es la meta de su reproducción en el poder “para toda la vida”, camuflando su dictadura revestida de democracia, en el mero método electorero.
A pesar de que llaman ‘repostulación’ a la re-re-reelección para emborrachar la perdiz, Morales, sus allegados y la sociedad boliviana saben que son exactamente lo mismo: se llame como quiera llamarse, la verdad es no quieren dejar el poder, las mieles del poder y sus millonarias canonjías.
Abocado a esa lógica, no estuvo entre las prioridades de Morales prever la escasez de agua en La Paz, El Alto, otras capitales y municipios del norte y occidente del país. Dijo, como de costumbre, que no sabía nada. ¿No sabía que el lago Popó, de 2337 kilómetros cuadrados de superficie, se secó hace más de un año, y las graves consecuencias ambientales, humanas, económicas de ese fenómeno? ¿No sabía de los efectos del cambio climático, del cual se habla hace varias décadas? ¿No sabía que a causa de ese cambio, los nevados de la Cordillera de los Andes, de cuyas aguas se nutre La Paz, estaban en franco deshielo? ¿Qué sabía o sabe del acuciante problema de Parques y Reservas Naturales, afectados por la expansión de las avasalladoras plantaciones de hoja de coca y de cocaleros? ¿Sabe algo sobre las consecuencias ecológicas por deforestación e inundaciones si construye las hidroeléctricas de El Bala y Chepete por un monto 8.063 millones de dólares, casi equivalente a su actual deuda externa?
¿Sabe que la caída de los ingresos en hidrocarburos afecta a más de 370 instituciones públicas como Gobernaciones, Municipios y Universidades, y que el gobierno central se apropia de más del 85% de la riqueza que genera el país? ¿Sabe que Argentina y Brasil desconfían de la seriedad boliviana para la provisión de gas? Ellos si saben que en Bolivia el gas se está agotando, merced a la demagogia nacionalizadora que impidió inversiones extranjeras en el sector, sustanciales al salario del país.
¿Sabía del tráfico de influencias y compadrazgo político en el avión siniestrado de la empresa LaMia? El despido de responsables de nivel medio para tapar ineficiencias con oportunismo populista, no resucita a las 71 personas fallecidas. Además, la tragedia produjo una nueva exiliada política: la operadora del aeropuerto de Viru Viru que detectó 5 fallas en ese vuelo, sin que fueran tomadas en cuenta. Pero la iban a convertir en otro chivo expiatorio, sin que ella tuviera autoridad para dar visto bueno a la salida del avión.
Si no sabía Morales que en el Fondo Indígena despilfarraban la plata sin rendir cuentas, como él mismo, ni de la existencia de la CAMC y sus millones, entre otros bemoles íntimos ¿qué sabe el jefe del régimen? ¿Qué sabe sobre gestión pública que es la administración eficiente, eficaz, responsable y oportuna de los recursos del Estado, a fin de satisfacer las necesidades de la ciudadanía, e impulsar el desarrollo sostenible del país? ¿Por qué seguir aceptando que ‘no sabe nada’ a pesar de los costes económicos, políticos y humanos de esa mentalidad política de sindicalista cocalero que desmanteló la institucionalidad democrática en Bolivia? Merced a esa desinstitucionalización, ni Morales ni nadie del régimen se responsabiliza de nada: no saben nada. Así vivimos en la ineptitud del ‘no saber’.